¿Qué está pasando en
barcelona con los turistas?

Barcelona, turistas y pistolas de agua

Me siento un poco obligado a escribir este post. No es una obligación profesional, ni ética, sino más bien sentimental. 

 

El detonador para escribir estas líneas fueron todos esos videos que se han viralizado en las redes donde se observan oriundos de Barcelona rociando a ciertos grupos de turistas con pistolas de agua

 

No me pareció nada demasiado escandaloso, —incluso me lo miré con cierta simpatía—, puesto que los de Barcelona estamos acostumbrados a presenciar escenas como estas. 

 

Al haber nacido y crecido en esta ciudad, al haber trabajado muchos años como tripulante de cruceros y al dedicar gran parte de mi actividad profesional al sector turístico, siento cierta necesidad de compartir mi opinión.

 

Para sacármelo de encima, para expulsarlo del sistema.

Barcelona en contra de los turistas con pistolas de agua

Barcelona: tourists go home!

¿Somos en Barcelona reacios al turismo? ¿Odiamos en Barcelona a los turistas

 

La respuesta es compleja. 

 

Barcelona siempre ha sido una ciudad turística hasta donde alcanza mi memoria. Lo empezó a ser a gran escala desde los Juegos Olímpicos del 92. Yo no recuerdo haber ido nunca al centro de la ciudad y no encontrarme ningún turista desorientado, ningún “guiri” como los solemos llamar, con la excepción de la época Covid.

 

Y bueno, hasta el Covid más o menos, los turistas estaban siempre ahí, colapsando las Ramblas o las calles cercanas a la Sagrada Familia y molestaban, sí, con su paso lento y torpe y con su terca ineficacia para hablar el idioma —o idiomas, en este caso—, de aquí.

 

El problema ha ido escalando recientemente cuado este sector, que indudablemente trae un montón de dinero a la ciudad, ha ido colándose en otros ámbitos de la ciudad como la vivienda o la pérdida de la cultura y la identidad.

 

 

Y por supuesto, el aumento de las cifras de visitantes. Barcelona, una ciudad de 1.5 millones de habitantes (ponle 5 millones en el área metropolitana), recibió 26 millones de turistas (extranjeros y locales) en 2023. 

 

¿Necesitamos el dinero del turismo? Claro que sí. ¿Necesitamos los seres humanos agua para vivir? Por supuesto que sí, pero si nos pasamos con el agua, si el agua nos llega hasta la nariz, al final nos ahogamos. 

 

No sé si la metáfora lo deja más claro, o todo lo contrario.

 

Tenemos entonces tres problemas con el turismo en Barcelona:  

 

Impacto en el precio de la vivienda y el comercio

 

Pérdida de la identidad y la cultura local

 

La cantidad de visitantes que recibe la ciudad

 

Faltaría hablar un poco sobre los digital nomads —o gente que trabaja en remoto—, o los ex-pats (¿no se les llamaba inmigrantes antes?), que también influyen en este sentimiento de aprensión al turismo. A ver si les encontramos hueco.

El impacto del turismo de Barcelona
en la vivienda y los comercios

Barcelona es una ciudad muy densa y relativamente pequeña en cuanto a superficie. Por eso, y por factores económicos, el precio de la vivienda está por las nubes.

 

Pongamos estos datos, reales aunque aproximados, a modo de ejemplo:

Salario típico de una persona “clase media”: 1.200€ al mes

Barcelona en contra de los turistas, con pistolas de agua

Precio de un apartamento construido en los años 80, de 70 metros cuadrados, dos dormitorios, en el centro de Barcelona: 1.000€ al mes de alquiler como mínimo o 250.000€ de compra.

 

Para un soltero o soltera, como verás, será prácticamente imposible de asumir, si además le sumas los gastos de los servicios, la comida, los gastos de la vida, vamos. 

 

Y para una pareja sería solo un poco más fácil, sin olvidar que la mitad del ingreso doméstico total se esfumaría únicamente para cubrir los gastos derivados de la vivienda.

 

A todo esto hay que sumarle una falta de oferta generalizada en cuanto a vivencias asequibles para residentes.

 

No está nada fácil entonces.

Barcelona: los turistas a los hoteles,
como se ha hecho toda la vida

Esta situación se ha ido agraviando, entre otros factores, por la aparición masiva de pisos turísticos. Plataformas como Airbnb, pero también pisos de propietarios particulares, se han unido al negocio de proporcionar alojamiento turístico a los visitantes de la ciudad. 

 

Estos pisos turísticos se alquilan por sumas tan grandes de dinero que realmente sale más a cuenta para un propietario alquilar a “guiris” de forma temporal que no ofrecer un alquiler más bajo con una estancia prolongada o indefinida.

 

Y esto hace que, pisos vacíos que podrían ser habitados por locales, por trabajadores, por treintañeros y millennials que aún tienen que vivir a costa de sus padres, se entreguen a los turistas.

 

Y esto hace que crezca esa sensación entre los locales de “pisos para los locales, los turistas a los hoteles, como se ha hecho toda la vida”.

Ya se está poniendo freno, sin embargo, a esta tendencia. El alcalde de Barcelona resolvió, el mes pasado de este año, la cesión de licencias para pisos turísticos y anuncia que, para el 2029, los más de 10.000 pisos turísticos legales habrán desaparecido.

 

De momento, los que son legales.

 

El problema de los pisos turísticos no se queda en el sector residencial. Los comercios, los servicios, las tiendas, los bares y restaurantes también tienden a subir sus precios y orientarlos hacia el consumo de los turistas. 

 

Como autóctono de Barcelona, sí, me escandalizo cuando tengo que pagar 4 euros por un café con leche. 

El turismo en Barcelona: la identidad y la cultura local en el punto de mira

El otro problema principal, y otro de los motivos por los cuales algunos locales se han lanzado a disparar agua contra los turistas, es la pérdida sistemática de cualquier rasgo auténtico de la cultura local Barcelonesa.

 

Este problema afecta a diferentes ámbitos. 

 

En primer lugar, nos encontramos en una Europa cuyas ciudades tienden a parecerse entre ellas cada vez más. Tampoco es nada nuevo, pero va a peor.

 

En cualquier ciudad de Europa vas a encontrar las mismas tiendas de ropa, las mismas marcas, las mismas cadenas de restaurantes, las mismas tiendas de souvenirs, los mismos cafés. 

 

Cadenas y cadenas de multinacionales que invaden con sus tentáculos infinitos el entramado urbano de toda gran ciudad. Las conocemos bien: Starbucks, McDonald’s, Five Guys, Burger King, Taco Bell y un largo etcétera.

 

Sin hablar de los grotescos souvenirs que abastecen un amplio y surrealista abanico de gustos: desde llaveros con forma fálica hasta camisetas que empiezan con I love y terminan en milfs, latinas, blowjobs, etc.



el problema del turismo en Barcelona, los reciben con pistolas de agua en contra de los pisos turísticos

El comercio y la restauración local no tiene cabida en Barcelona

Estas grandes cadenas multinacionales y las tiendas de souvenirs están desplazando, cada vez más, los cafés auténticos, los restaurantes de menú, de comida local, las tiendas de artesanía, los pequeños comercios que hacen que cada lugar tenga su propia identidad y su genuino carácter.

 

Lo que está ocurriendo y repito, no es nada nuevo, es que todas las ciudades cada vez se parecen más entre ellas y al final, la única diferencia entre París y Barcelona, por poner un ejemplo, será que en una te encuentras con la Torre Eiffel y en la otra la Sagrada Familia. El resto será una burda copia de la última ciudad que visitaste.

 

Esto también es molesto para los locales no solo por el impacto visual de ver las calles invadidas por este modelo de negocio, sino que también nos afecta a nuestro estilo de vida.

 

 

Como todos estos cafés y restaurantes ponen el interés hacia el cliente internacional, sus horarios y normativas también tienden a adaptarse a las costumbres de estos. 

 

Y no veas como cabrea a los habitantes de Barcelona cuando no te puedes tomar un café a las 5 de la tarde porque ya no es hora de café.

 

¡Aquí siempre es buena hora para tomar café!

 

O cuando no puedes consumir solo una bebida sin comer o cenar.

 

O cuando no te puedes sentar solo en una terraza.

 

O cuando lo consigues, lo que tienes que pagar es astronómico.

El idioma y la identidad nacional en Barcelona

Sí, es algo complicado el tema político en Cataluña, pero tampoco pretendo entrar en ello. A modo de resumen, en esta región de España hay profundo sentimiento separatista y muchos catalanes quieren la independencia, conseguir un nuevo estado.

 

Esto viene de muy lejos y se trata de una cuestión histórica, económica y política que tiene, entre sus elementos protagonistas, el idioma local: el catalán. 

 

Es importante esto porque es algo en lo que los turistas normalmente no reparan, ya sea por desconocimiento, ya sea por desinterés. Es normal encontrarse letreros, cartas de restaurantes o indicaciones únicamente en inglés por todas partes. Pero no debemos permitir que la practicidad, el querer ponérselo cómodo al turista, eclipse nuestras tradiciones y rasgos identitarios

 

El catalán es un idioma minoritario en España con relación al castellano o el español, así que hay que cuidarlo, mimarlo y hacer entender a los turistas esta multiculturalidad y plurilingüismo.

The original Barcelona: sí, hay gente que vive aquí

Estas dos preguntas son con las que más me encuentro entre los turistas que visitan esta ciudad (en especial los norte-americanos):

 

Is this original? Es una pregunta que me era muy difícil de responder, pero creo que he llegado a un par de conclusiones.

 

En general, los tours o la información que existe sobre el casco antiguo de Barcelona se remonta a la época romana o la Edad Media. Toda esta información histórica a menudo lleva a los turistas a pensar que lo que ven es una recreación o un decorado

 

Puede ser difícil de entender que, en efecto, no se trata de un parque temático que abre sus puertas por las mañanas y cierra por las noches.

Barcelona con su cultura propia, el Catalán, y las tradiciones en riesgo a causa del turismo masivo

¿Y la gente vive aquí? Otra pregunta muy habitual y que gira en torno a la misma confusión. Sí, Barcelona, de momento, y su casco histórico, sigue siendo una ciudad donde el turismo convive con gente que reside y trabaja en estas calles y barrios.

 

Es por ello importante llamar la atención a ciertos actos incívicos (voluntarios o no), que nacen de la falsa creencia de estar caminando por un decorado, un escenario, o una recreación.

 

El volumen de las conversaciones, fiestas o música (esto también se aplica a los pisos turísticos) o el bloqueo de las calles estrechas del Barrio Gótico por grupos de turistas son motivo de quejas y frustraciones por parte de los vecinos.



Un vecino que no puede cruzar la calle porque hay un grupo de turistas bloqueándola es un vecino que va a ir a llenar su pistola de agua.

 

Esta frase se la escuché decir a un guía turístico y me pareció de lo más ingeniosa.

Cruceros y turismo en Barcelona:
cantidad vs. calidad

Otro tema que ha dado mucha controversia en los últimos años es el negocio de los cruceros en Barcelona. Barcelona tiene el puerto de cruceros más grande del Mediterráneo y el segundo del mundo después de Miami. 

 

Esto convierte la ciudad en un punto neurálgico de la industria de los cruceros. 

 

Este es un tipo de turismo que no agrada especialmente a los barceloneses, por una serie de motivos.

 

En un primer lugar está el impacto medioambiental. Y después, como no, hablamos de dinero.

El turismo que proviene de los cruceros suele conglomerarse en las mismas zonas: Ramblas, Sagrada Familia, Paseo de Gracia.

En el puerto de Barcelona caben hasta 9 barcos de cruceros de gran capacidad. 5.000 personas en cada uno de estos cruceros, si haces los cálculos, —lógicamente no todos los pasajeros vayan a abandonar la nave—, el resultado es escalofriante.

 

A demás, muchos de estos visitantes no van a pernoctar, ni van a pasar mucho tiempo en la ciudad, ni van a optar por ofertas culturales. Por falta de tiempo.

 

 

Es por eso que la alcaldía de Barcelona, aun peleándose sobre qué hacer con la cuestión de los cruceros, está apostando por los itinerarios que tienen a la ciudad como punto de inicio y final de sus trayectos. 

 

De esta manera, como es habitual, los turistas se hospedarán en Barcelona durante un par o tres de días antes o después del crucero y optarán por un tipo de turismo menos intensivo.

Los turistas en Barcelona son bienvenidos, pero…

En fin, ¿qué es entonces lo que cabrea a los habitantes de Barcelona?

 

Lo exponemos en un breve resumen.

 

Afectación en la vivienda: los pisos turísticos no solo hacen aumentar los precios de las vivencias residenciales, sino que a demás no contribuyen a la falta de oferta de viviendas para los locales. 

 

Cambios en el consumo y las tradiciones: los precios de los supermercados, la restauración y los servicios también suben. Sus horarios, sus costumbres, tienden a adaptarse a las preferencias turísticas y dejan de lado las costumbres locales.

 

Peligro con el comercio local: las tiendas de souvenirs y las grandes cadenas multinacionales acaparan el pequeño comercio.

 

Pérdida de la identidad y la autenticidad: desconocimiento de la cultura y las tradiciones locales, indiferencia ante los idiomas locales, como el catalán.


Incivismo: ruidos, fiestas, gritos, conversaciones a pleno pulmón, bloquear una calle, etc. son comportamientos que no contribuyen a un turismo sano y aceptable para los locales.

¿Es demasiado tarde ya para barcelona?

Intento pensar que no, que aún podemos llegar a encontrar cierto equilibrio con el turismo, aunque a veces me dan ganas de tirar la toalla.

 

Y repito, dedico gran parte de mi vida profesional a este sector. Pero me resisto a dejar abandonada a mi ciudad.

 

Exponer estas reflexiones a los turistas, explicarles nuestra pluriculturalidad, lenguas, costumbres, tradiciones, puede ser un buen punto de partida.

 

Un turismo sostenible y restrictivo, —ya sea con control de entradas en aeropuertos, con el aumento de las tasas turísticas—, puede ser un beneficio. Y no solo para los locales.

 

Para un turista también puede ser mucho más agradable pasear por una Barcelona más auténtica, menos abarrotada, con menos Starbucks, con más comercio y restauración local. 

 

Ese turista seguramente estará más a gusto, se quedará más tiempo, se llevará una mejor experiencia de Barcelona y también, no hay que olvidar lo que mueve el mundo: se gastará más dinero. 

 

Otra vez, ¿cantidad o calidad?

Espero que después de leer este post hayas podido despejar un poco tus dudas en cuanto a los motivos de los barceloneses para rociar con agua los turistas, o poner graffitis con el ya mítico eslogan: tourists go home.

 

Espero también que estas palabras no te desalienten si tenías previsto visitar la ciudad. Estos comportamientos, —inoportunos aunque anecdóticos, alarmantes, pero puntuales—, son una reacción bastante lógica a la situación que se vive aquí con el turismo. 

 

¡Como siempre, si tienes cualquier duda o quieres añadir cualquier cosa, por favor compártelo en los comentarios o escríbeme!

¡Muy buenas! Me llamo Edu, soy de Barcelona y he sido tripulante de cruceros durante muchos años.
Ahora escribo sobre todo lo que aprendí.

Edu Giro

Edu 

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